El desencadenante universal del asco es la sensación de que algo es ofensivo, venenoso o muy desagradable.
Todo podemos sentirnos disgustados por algo que percibimos con nuestros sentidos físicos (vista, olfato, tacto, oído, gusto). También por las acciones y apariencias de las personas, e incluso por las ideas.
Algunos desencadenantes del disgusto son universales (como encontrarse con ciertos desechos corporales). Mientras, otros desencadenantes están mucho más influenciados cultural e individualmente (como ciertos tipos de alimentos).
¿Qué es el asco?
Existe un debate sobre si ciertas formas de asco social e interpersonal (sentirse disgustado por la apariencia, acciones, ideas o posición social de otra persona) son aprendidas y específicas de la cultura o si existen de alguna forma en todas las culturas.
Por ejemplo: todos pueden tener reacciones de disgusto hacia una persona «moralmente contaminada». Sin embargo, lo que se considera «moralmente contaminado» puede variar de una cultura a otra.
¿Cuáles son los síntomas del asco?
Cuando sentimos asco, es frecuente que se presenten síntomas claros y apreciables para cualquiera.
Así, son frecuentes las muecas de disgusto, expresiones de malestar, rechazo, etc. Sin embargo, otros pueden llegar a ser un verdadero problema para la persona, cuando interrumpen la vida normal y generan conflictos en el día a día. Ejemplo de ello sería encontrar dificultades para comer, relacionarse con ciertas personas o situaciones que desagradan, etc.
¿Cuáles son sus causas?
La función del asco es alejarse, bloquear o eliminar algo ofensivo, tóxico o contaminante.
Gracias a esta emoción básica, podemos mantenernos alejados o eliminar cosas potencialmente peligrosas o dañinas para mantenernos seguros y saludables (por ejemplo, no comer algo podrido, mantenerse alejado de las llagas abiertas para evitar contraer una infección o enfermedad, evitar interacciones con «moralmente gente contaminada).
¿Cómo puedo resolver problemas con esta emoción?
Si el asco se ha vuelto una constante que limita tu vida, es posible intervenir para que deje de causarte problemas.
Aunque hay que diferenciar entre una función normal y saludable de una que interrumpe la vida, lo cierto es que no abordar el conflicto con esta emoción puede provocar que los síntomas empeoren.
Esto puede resolverse adecuadamente con los métodos que utilizamos en Terapia Emocional, que contribuyen a que no tengas que sufrir de forma innecesaria por aquello que te genera rechazo.
¿Debo acudir a un profesional?
Aunque esa es una decisión personal, sí es importante que entiendas que el asco, como todas las emociones, puede manejarse para que no genere problemas en tu vida. De este modo, cumplirá su función sin generar malestar, que resulta ser lo ideal.
En ese sentido, mi experiencia de más de una década con personas como tú es que la visión de una experta puede ser exactamente lo que necesitas. Por eso, te propongo una primera consulta gratuita para exponerme tu caso y valorar cómo puedo ayudarte a superar tu problema con el asco.